Desde 1890 varias personas han contando historias, trasmitidas de generación en generación, con rumores acerca de un Circo Sombrío, con el tiempo esta historia se ha ido perdiendo, pero mi abuela me dijo lo que algún día le contaron, una historia sobre uno de sus tíos abuelos. Ella me dijo que el siguiente relato estaba escrito en su diario, el cual fue encontrado días después de su desaparición.
“En una mañana como cualquiera mi abuelo y sus dos hermanos estaban ayudando a pintar el exterior de la vieja casa de mi madre, y un viejo desconocido pasó por el frente de la casa a toda prisa, avisando a todos que un circo venía a la ciudad, y aquello era algo relativamente común, mi abuelo y sus hermanos se apresuraron a la plaza central de la ciudad, donde por lo general se establecían los circos para hacer una presentación breve de convocatoria al público.
Una vez allí, no había nada, ni payasos, ni carros, sólo unos carteles clavados a un poste, supongo que aquello era más interesante que si hubieran hecho una presentación, el papel de los carteles, y los carteles mismos eran muy sencillos y misteriosos. Y estaba escrito en negrita:
“El circo de medianoche llegó a la ciudad.
El espectáculo comienza a la media noche y termina al amanecer. ”
Mi abuelo me contó que su hermano no pudo dormir esa noche. Tal vez por estar pensando en el circo y sus por qué. Los pre-adolescentes pidieron a su padre que los llevaran al circo por la noche, y a pesar del horario, él les quiso dar un voto de confianza a los muchachos que eran casi hombres.
Cuando eran las once y media de la noche todos estaban enfrente del circo observando aquella lona enorme, posiblemente con una altura de unos 15 metros, lo que era algo extraño, ya que nadie de los presentes vio cuando el circo llegó. Pero estaba allí. La tela era de azul raso, con algunos agujeros remendados por dentro, y envolviendo todos los carros y al mismo circo había una rejilla que estaba un poco oxidada, pero al final de sus lanzas tenían una estrella dorada. Todas las luces y la música eran relajantes. Nunca había visto un circo como este antes.
Formaron una fila, ya que no eran los únicos curiosos en la ciudad, había un montón de gente conocida, algunos amigos con sus esposas, y un amigo de la escuela de mi abuelo. Cuando llegó su turno para comprar los boletos, mi bisabuelo dijo con su voz imponente: “Cuatro entradas, por favor.” Y el anciano golpeó por detrás de un vidrio acrílico, señalando el aviso pegado en la cabina. “Sólo mayores de 18 años.” El mayor de los hermanos tenía 16 años en aquel tiempo, entonces el padre y sus hijos se dispusieron a volver a casa inconformes. Cuando estaba por irse, el mayor de los hermanos vio dos barras grandes sueltas, por las que con certeza lograría pasar sin mucho esfuerzo… El hermano de mi abuelo le dio un codazo y dijo “Conozco esa cara, sé que estás pensando en hacer una tontería” .
Al día siguiente, astuto como era el mayor de los hermanos fueron al circo, que estaba totalmente en calma y en silencio, él paso por los barrotes. Empezó a caminar en el interior del circo. Entró en una de las carpas, y vio algunos trajes, y una cómoda, que le resultó interesante y terminó por abrir, allí encontró un álbum de fotos, eran imágenes de personas con discapacidades físicas, o deformes, vestidas forma festiva, había una bailarina de una sola pierna, en muletas, había un hombre enorme que parecía un gigante, con el rostro deformado, el hombre más gordo que había visto en su vida, usaba pañales, y las gemelas siamesas con un rostro angelical. En ese momento supo que no era un circo típico, sino un circo de los horrores.
Fue a una tienda de al lado, y había algunas pertenencias de los artistas, una de ellas le llamó mucho la atención, era un reloj de oro, con una bailarina en las agujas. En ese momento le pareció oír pasos que se acercaban hacia él, luego salió de la tienda, pasando por la rejilla y huyó corriendo.
Cuando llegó a casa le mostró el reloj a mi abuelo, aseguró que lo había encontrado en la calle, pero era un objeto muy hermoso para que simplemente fuera arrojado por ahí, por lo que le advirtió que debía dejarlo de donde lo tomó, su hermano se enfureció diciendo que no lo había robado, y que no pertenecía a nadie.
Esa noche tuvo un sueño muy perturbador, soñó que la bailarina del reloj, estaba en la habitación de los hermanos y que le cortaba los brazos y las piernas con un machete. Se despertó muy asustado, contando el sueño a toda la familia, sus padres le dijeron que no se preocupara, que era sólo porque había estado viendo muchas historietas de terror.
El hermano mayor no se quedó tranquilo, permaneció mirando por la ventana en dirección hacía el circo, que no podía ser visto de tan lejos que estaba. Pasó sus últimos días escribiendo en su diario, cosas que solo hasta después descubrimos.
Una noche, debían de ser aproximadamente las dos de la mañana, cuando él (el hermano mayor) se levantó de la cama y saltó por la ventana… Mi abuelo corrió a la ventana para ver a dónde iba, se dirigía a toda prisa en dirección al circo. Mi abuelo se puso la botas y le siguió, parecía aturdido, se tambaleaba y tenía los ojos casi cerrados, le llevó al menos media hora hasta que llegaron al circo. El hermano mayor entró en la tienda enfrente, sosteniendo el reloj en la mano, sin ni siquiera comprar un boleto para entrar. El vendedor de boletos vio a mi abuelo espiando a través de la parte delantera de la tienda de campaña de lona y lo corrió de ahí.
Se dirigió a la parte posterior del circo y siguió en su labor de espía para ver si lograba ver a su hermano, esperó hasta el amanecer. Cuando dieron las cinco y media de la mañana, oyó un gran clamor en el lado derecho de la carpa, se dio cuenta de que había otra rejilla suelta y pasó a espiar a través de la lona. Y allí estaba su hermano, había sido capturado por dos payasos muy raros con el rostro deformado, ellos lo tenían asegurado, pero el chico no parecía estar despierto. Fue entonces cuando una bailarina sin piernas entró en la lona con un machete cortó los brazos y las piernas del pobre muchacho.
Mi abuelo dice que salió llorando y corriendo tan rápido como pudo, regresó a casa todo sucio y sudoroso, y los padres enojados le preguntaron si había una explicación para aquello, y le dijo todo lo que había visto, y sobre el reloj. El padre de mi abuelo llamó a la policía, para que fueran a buscar a su hijo al circo, pero cuando la policía llegó al lugar ya no había rastro del circo en el sitio.
Mi abuelo casi se volvió loco, pero fue entonces cuando encontró el diario y pudo conocer la verdad acerca de lo que su hermano estaba sintiendo y sobre sus pesadillas. Y llegó a una conclusión terrible.
Su hermano ahora era una más de las aberraciones de aquel circo, que castigaba a los que robaban, haciéndolos uno de ellos, arrancándoles algo que apreciaban.
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