CanalLacripta
Nunca pensé que mi visita a un pequeño pueblo en la sierra poblana desentrañaría un misterio tan oscuro. Mi nombre es Carlos, y soy un escritor en busca de inspiración. También colaboro con el equipo de Sonotl de la página de Noches Inquietantes. Lo que encontré en esa bodeguita de abarrotes superó cualquier historia que hubiera podido imaginar.
Llegué al pueblo una tarde lluviosa de octubre. Paseando por las calles empedradas, me topé con una bodeguita de abarrotes, cuyo encanto rústico me atrajo de inmediato. Al entrar, un aroma a hierbas y madera vieja me envolvió. El dueño, un anciano de mirada astuta, me saludó con una sonrisa amable.
Mientras exploraba los estantes llenos de productos locales, una puerta entreabierta al final de la tienda captó mi atención. Era la entrada a una pequeña bodega. Movido por la curiosidad, me asomé y vi escaleras que descendían a la oscuridad. El anciano, al darse cuenta de mi interés, me advirtió con voz grave: "Ahí abajo hay cosas que es mejor no molestar".
Esa noche, mientras me hospedaba en una posada cercana, la curiosidad me venció. Regresé a la bodeguita, encontrándola extrañamente abierta. Descendí las escaleras, sintiendo cómo el aire se volvía más frío con cada paso. Al final, una débil luz parpadeaba, revelando una habitación llena de objetos antiguos y libros polvorientos.
Entonces, lo escuché: un susurro apenas audible, como una conversación a lo lejos. Seguí el sonido hasta un rincón oscuro, donde un viejo espejo colgaba en la pared. Al mirar mi reflejo, vi a otra persona detrás de mí. Me giré rápidamente, pero no había nadie. Al volver la vista al espejo, la figura estaba más clara: una mujer joven, pálida, con ojos suplicantes.
Sobresaltado, subí las escaleras a toda prisa. El anciano me esperaba, su expresión ahora sombría. "Ella era mi hija", confesó con voz quebrada. "Desapareció hace años en circunstancias misteriosas. Algunos dicen que aún busca ayuda para encontrar paz."
Nunca supe si lo que vi fue real o producto de mi imaginación. Lo cierto es que esa experiencia me dejó una sensación de inquietud que aún perdura. Desde entonces, he evitado las bodeguitas en pueblos desconocidos, temeroso de qué secretos puedan ocultar en sus sombras.
Créditos a quien corresponda.
Noches inquietantes .
Tomado desde Historias de Terror
No hay comentarios:
Publicar un comentario